El amor es como una partida de póquer, en cada turno tienes un número determinado de cartas, desechas las peores para quedarte con las mejores aunque, a veces, lo que no se sabe es que siempre hay un As escondido en la manga.
También existen los famosos comodines, que aunque sustituyen a una carta determinada, nunca serán comparables a la que verdaderamente quieres.