El amor es como una partida de póquer, en cada turno tienes un número determinado de cartas, desechas las peores para quedarte con las mejores aunque, a veces, lo que no se sabe es que siempre hay un As escondido en la manga.
También existen los famosos comodines, que aunque sustituyen a una carta determinada, nunca serán comparables a la que verdaderamente quieres.
Míralos, corriendo de un lado a otro, siempre con prisas, siempre llegando tarde. Somos la raza humana siempre compitiendo, aunque lo que más ansiamos en este mundo sea conectar con otros. Para algunos eso ocurre a primera vista, es cuando sabes que lo sabes, es el destino destilando su magia, y es genial para esas personas, viven como en un cuento de hadas, van directos como cuando viajas en un tren expreso, sin embargo eso solo les ocurre a unos pocos, para el resto de la humanidad vivir es menos romántico, suele ser complicado y liado, se rige por meteduras de patas y oportunidades desaprovechadas, y sobre todo por no ser capaz de decir lo que necesitas decir, cuando debes decirlo.